A la hora de abordar publicaciones académicas en inglés, al investigador se le plantea una disyuntiva: ¿sería una opción mejor escribir el texto directamente en inglés y posteriormente solicitar la revisión del documento a un corrector nativo especializado en el ámbito académico? ¿O sería más conveniente encargar la traducción al inglés del texto original a un traductor experto?
Nuestra sugerencia es que esta decisión pase por una autoevaluación sincera y realista del propio nivel de inglés. Es decir, a) si el nivel de inglés del autor le permite redactar su trabajo y exponer su argumentación de forma clara y relativamente apropiada en inglés académico y b) dispone del tiempo suficiente para preparar el texto, nuestra propuesta es que solicite la corrección de su propio texto redactado en inglés.
Ahora bien, en algunas ocasiones los textos presentan problemas importantes, en gran parte derivados de la influencia de la lengua materna, de la que se copian estructuras y esquemas de argumentación. Es bien conocido que el español y el inglés tienen rasgos muy diferentes por lo que respecta a la longitud de las oraciones (mucho más breves en inglés) y al uso preferente de subordinadas (español) frente a coordinadas (inglés), por ejemplo. Mientras que el inglés tiende a la claridad y concisión, incluso en registros formales como el académico, en términos generales en español suele darse una redacción más compleja y elaborada. El orden sintáctico suele ser también significativamente distinto en ambas lenguas. Como consecuencia, en el mejor de los casos, el discurso no resulta natural y revela numerosos calcos de la lengua nativa; y en el peor de los casos, resulta difícil de entender incluso para el propio corrector.
A modo de ilustración, el uso de la conjunción “o” en español es muy diferente de su uso en inglés. En español, “o” a menudo no plantea necesariamente solo una disyuntiva excluyente entre una u otra opción, sino que expresa conjuntamente adición y alternativa. Este sentido queda reflejado, por ejemplo, en una frase del tipo “En esa carpeta puedes guardar hojas sueltas o cuadernos” (es decir, una u otra cosa, o ambas a la vez). En inglés el uso de “o” está mayoritariamente enfocado a plantear una u otra opción, con carácter excluyente. Si en un manuscrito redactado en inglés aparece “or” con este sentido, podría dar lugar a ambigüedad o incluso confusión, que el corrector podría obviar o no estar en disposición de rectificar.
De modo similar, la existencia de los llamados “false friends” puede ocasionar problemas en el uso de términos de los que el autor puede no ser consciente. Por ejemplo, “relevante” en español se utiliza fundamentalmente en textos académicos con el sentido de “importante” o “significativo”. En inglés, sin embargo, “relevant” suele querer decir “pertinente”. Obviamente, el matiz de significado es diferente y puede alterar el argumento.
Estos son solo algunos ejemplos sencillos, pero si recibimos un texto en inglés en el que aparezcan usos incorrectos de manera generalizada, pueden suponer una dificultad importante a la hora de discernir cuál es el sentido pretendido, lo que afectaría a la revisión. En estos casos, resulta prácticamente inviable ofrecer un texto que tenga una calidad publicable en inglés.
Siempre valoramos cuidadosamente cada texto para verificar si es factible realizar una revisión que permita la aceptación del artículo por parte de una revista científica.
Volviendo a la disyuntiva inicial, si un investigador considera que su competencia en inglés es más bien coloquial, estima que carece de la suficiente fluidez para expresar contenidos muy complejos, o no dispone del tiempo necesario, desde nuestro punto de vista sería preferible que un traductor especializado en el ámbito académico se encargara de trasladar su texto al inglés.
No dude en contactar con nosotros en caso de que desee realizar una consulta sobre esta cuestión o solicitar presupuesto.