En ocasiones es difícil expresar con palabras las “sensaciones” que uno recibe cuando recibe las traducciones de Susana Quintas y Julian Thomas. Me explico: mi valoración respecto al cambio de un idioma por otro (esto es, la “mera traducción”) es fenomenal, pero el “plus añadido” que recibe el autor le “hacen pensar” sobre la autoría/coautoría de su texto.
La práctica totalidad de sus traducciones tienen numerosas “notas añadidas” donde señalan que determinadas expresiones y giros “no se entienden bien” y ofrecen una alternativa, señalan que determinado autor (citado en el texto) realmente dice otra cosa, que determinada referencia tiene un error en la fecha, que el término especializado “x” presenta varias acepciones y sugieren la más apropiada en relación a la temática del texto, etc. Estas indicaciones son realizadas en notas, siempre fuera del texto, para respetar al máximo el mensaje del autor. Esto denota la lectura de algunas de las fuentes citadas, algo que supera ampliamente el encargo realizado.
Esto implica, por una parte, más trabajo para el autor cuando “vuelve la traducción” pero –al final– la sensación con la que se queda el autor no puede ser mejor.
Incluso en traducciones de trabajos míos que han realizado para otros organismos me han consultado sobre el sentido de determinadas palabras, o la acepción más adecuada de algunos términos científicos.
Omito referirme a la puntualidad en las entregas porque, normalmente, suelo ser flexible en términos de tiempo, pero es justo reconocer que SIEMPRE se ajustan a los plazos establecidos.